El tema de la existencia del infierno, un lugar al que desafortunadamente muchas personas pueden llegar, ha sido debatido o ignorado por quienes no creen en él. Hace algún tiempo escribí un artículo sobre el infierno que se titula “El Infierno No Existe ¿o sí?” En el último comentario a dicho artículo, un anónimo escribió: “El infierno existe para aquellos que creen en Dios”, y ¿saben qué? Tiene razón. La existencia del infierno no tendría sentido si no existiera Dios, porque Dios es el creador del infierno.
¡Sí, así como lo estás leyendo!: el infierno es un lugar que Dios ha diseñado para el diablo y sus demonios, para la Bestia y el Falso Profeta (Mateo 25:41; Apocalipsis 19:20 y 20:10).
Comenzaré por transcribir las palabras de Jesús cuando estuvo aquí en la tierra y se refirió al infierno, si bien Él usó otras palabras para nombrarlo:
Parábola del trigo y la cizaña
24Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Jesús explica la parábola de la cizaña
36Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. 41Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
¡No se puede ser más claro al describir algo! El infierno existe tanto como existe el cielo, y Satanás existe tanto como existe Dios. Y aunque muchos lo duden, habrá un día del juicio y Dios sentenciará y enviará al horno de fuego (al infierno) todos aquellos que no lavaron sus pecados por la Sangre del Cordero.
No es mi intención asustar a nadie con lo acabo de escribir, tampoco es mi intención ser fatalista, mi intención es que tú seas de los justos que resplandecerán como el sol en el reino de Dios.
¿Has pecado alguna vez? ¿Tan solo una? Bueno, gracias a Dios por Jesucristo que con la sangre que derramó en la cruz del calvario puede quitar la sentencia de ir al infierno por ese pecado. Pero… ¿si solo es uno?, ¿y además pequeñito? Para Dios cualquier tipo de pecado, grande o pequeño, aunque sea uno solo en toda la vida, condena por la eternidad. Pero tengo buenas noticias para ti que has pecado. Dios te da el regalo de la vida eterna. ¿Cuáles son los requisitos? Reconocer que has pecado, saber que el pecado te separa de Dios, aceptar que el castigo o la penitencia por el pecado es la muerte, creer que Jesús el Hijo de Dios murió en tu lugar hace dos mil años, que sobre él recayó tu sentencia, para que hoy, puedas arrepentirte, pedirle a Dios perdón y recibir a Jesús como tu único Señor y Salvador.
¿Estás listo? Lee lo siguiente en actitud de oración:
Dios hoy reconozco que soy pecador y he sabido que el pecado me separa de ti, me arrepiento, no deseo pecar más. Te pido me perdones y te agradezco la sangre de Cristo derramada en la cruz que pagó por mis pecados. Te recibo Señor Jesús como mi único Señor y Salvador. Amén.
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