lunes, mayo 09, 2011

JESÚS ( II )

Jesús es un ser único en todo el universo. Jesús es Dios, es por tanto omnipresente, omnisciente y omnipotente. Él conoce hasta tus más íntimos pensamientos. Jesús es muchas cosas al mismo tiempo y el artículo de hoy muestra que Jesús es el Hijo de Dios que vino a la tierra con un propósito: traer salvación para todo aquél que cree.

Algunas personas intentan llegar a la presencia de Dios por diferentes medios, como por ejemplo: las obras de caridad, los sacrificios, los santos, la virgen María, visitar y ayudar a los ancianos, las indulgencias que da la iglesia y sin duda varios más.

La intención de este artículo es demostrar con la Biblia que Jesús es el único Hijo de Dios enviado a la tierra con el propósito de llevar a los hombres a la presencia de Dios y a restaurar una relación personal con Él.

Primer punto: Jesús es el Hijo de Dios.

En la historia en la cual Jesús anduvo sobre el mar, al acercarse a la barca Pedro le dijo: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.” Y Jesús le dijo: “Ven”. Así que Pedro comenzó a caminar sobre el agua por unos momentos y después al ver la tempestad, se asustó y comenzó a hundirse pidiendo ayuda a Jesús, quien prontamente tomó su mano y ambos entraron en la barca y al instante el viento se calmó. Leamos los últimos versículos de esta historia Mateo 14:31-33

Y al instante Jesús, extendiendo su mano, trabó de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos entraron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.

Este milagro hizo que los que estaban en la barca se dieran cuenta que Jesús es realmente el Hijo de Dios omnipotente.

Leemos en varias ocasiones que las personas que vivieron en la época de Jesús creyeron que él era el Hijo de Dios por los milagros que hacía. Otro ejemplo de esto lo vemos cuando Jesús entregó el espíritu. Mateo 27:50-54

Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló, y las piedras se partieron: Y los sepulcros fueron abiertos, y muchos cuerpos de los santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron a la santa ciudad y aparecieron a muchos. Y el centurión y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente Éste era el Hijo de Dios.

(Véase también: Marcos 1:1; 3.10 / Juan 1:33-34; 9:35-37; 10:36-39; 11:24-27/ Romanos 1:1-4).

Segundo punto: el propósito de Dios de enviar a su Hijo al mundo.

Dios envío a su Hijo con el objetivo de salvar a los hombres de sus pecados y de establecer una relación personal con ellos. La Biblia se refiere a esto como la salvación. Juan 3:17 dice:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.

Dios envío a su Hijo para salvar al mundo. Pero… salvarlo ¿de qué? De sus pecados. 2ª Corintios 5.19:

De manera que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no imputándole sus pecados, y nos encomendó a nosotros la palabra de la reconciliación.

El apóstol Pablo conocía bien la razón por la cual Jesús había venido al mundo y había muerto en la cruz: 1ª Timoteo 1:15

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

Hasta aquí hemos establecido en base a las Escrituras que Jesús es el Hijo de Dios que vino a traer salvación a todo el que cree en él. ¿Es esto para ti, lector? ¿Eres pecador? No estás solo. Todos los seres humanos hemos pecado. Pero… ¡Buenas noticias! ¡Jesús vino a la tierra para traerte salvación!

El apóstol Pablo escribió a los corintios lo siguiente:

Así que, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.

Y esta misma cita tiene vigencia hoy para ti. Como Pablo, te animo:

¡Reconcíliate con Dios! Jesús fue hecho pecado para que tú fueras hecho justicia de Dios en Él.

Te preguntarás ¿Cómo puedo reconciliarme? Mediante una oración que hagas a Dios el Padre, aceptando tu condición de pecador y que Dios envió a su Hijo a morir en tu lugar.

“Señor, hoy reconozco que soy pecador y he entendido que Jesús tu Hijo me trajo salvación al morir en mi lugar en la cruz. Él se hizo pecado para que yo pueda ser hecho justicia tuya. Recibo ese perdón por la sangre de Cristo y acepto la reconciliación que me das por su muerte. Amén.