viernes, junio 03, 2011

JESÚS (III)

Uno de los títulos dados a Jesús menos entendido es que Jesús es Rey. Hagamos un poco de historia:

Cuando Jesús vino a la tierra, el pueblo judío se encontraba bajo el dominio del imperio romano y tenía una gran expectativa de recibir liberación del poderío en el que estaba sumergido por medio de un rey que Dios les había prometido.

Jesús ciertamente vino a la tierra por designio de Dios a establecer un reino, pero no el reino terrenal que los judíos esperaban, sino un reino espiritual, es decir, vino a establecer una monarquía para todos aquellos que lo reciben como su Salvador personal.

Sabemos que una monarquía es una forma de gobierno que tiene las siguientes características:

  • · Es personal, y estrictamente unipersonal
  • · vitalicia
  • · y designada según un orden hereditario o por elección

El término monarquía proviene del griego μονος (mónos): ‘uno’, y αρχειν (arjéin): ‘gobierno’, traducible por gobierno de uno solo. A ese único gobernante se le denomina monarca o rey (del latín rex) aunque las denominaciones utilizadas para este cargo y su tratamiento protocolario varían según la tradición local, la religión o la estructura jurídica o territorial del gobierno

El estado regido por un monarca también recibe el nombre de monarquía o reino.

El poder del rey puede identificarse o no con la soberanía; ser absoluto o estar muy limitado (como es usual en la mayoría de los casos de las monarquías actuales, sometidas a regulación constitucional). (1)


Cuando una persona recibe a Jesús como su único y suficiente Salvador, en ese momento pasa a ser ciudadano del reino de Dios (Efesios 2.19, Filipenses 3.20) y Jesús se convierte en su Rey.

En el caso del gobierno de Jesús como Rey, está designado por elección, las personas que libremente lo reciben como su Salvador personal, también libremente lo eligen como su Rey. En este punto, no todos los que lo reciben como Salvador personal, lo reciben también como Rey.

El poder que tiene Jesús cuando es elegido Rey por una persona es absoluto (o al menos debe ser así), ya que el propósito de ser Rey es gobernar; entiéndase dirigir, aconsejar, mostrar el camino y/o dar los principios por los que debe conducirse cada uno de sus súbditos en cuestiones de vida personal y en las relaciones inter-personales con la sociedad, con la familia y con Dios.

El mundo en el que vivimos podría ser mucho mejor si más de las personas que lo han recibido como Salvador lo eligieran también como Rey de su vida. La Biblia habla claramente de lo que Jesús espera de sus súbditos (discípulos, en lenguaje bíblico) y los principios por los que debe regir su vida, que son el arrepentimiento de pecado y la conversión.

La mayoría de las veces los cristianos entendemos que las personas deben arrepentirse, convertirse y aceptar por fe a Jesús para salvarse, pero pocas veces entendemos que debemos arrepentirnos, convertirnos y aceptar nuevamente a Jesús, pero ahora como Rey para que vivamos de acuerdo con las normas del reino de Dios.

En el sermón del monte, capítulos 5, 6 y 7 de Mateo, Jesús nos da algunos lineamientos en cuanto a nuestro proceder en la vida diaria. Pensamos a veces que con seguir o tratar de obedecer los 10 mandamientos estamos siendo verdaderos discípulos de Jesús, sin embargo, Jesús viene a enmendar esos 10 mandamientos (y otros más dados en el Antiguo Testamento) pidiendo de nosotros un poco más. Un ejemplo lo vemos en Mateo 5:21-24

21Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. 23Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Vemos en esta cita cómo Jesús pide de sus discípulos no sólo que no maten, sino que no se enojen con los demás. Ésa es una norma del reino de Dios que pocas veces obedecemos (me incluyo) y que deberíamos acatar en nuestro diario vivir. Eso es lo que significa que Jesús sea nuestro Rey, vivir bajo sus lineamientos y no bajo los nuestros. Jesús es Rey, ciertamente, pero solo de aquellos que verdaderamente se someten a sus normas de vida.

Para reflexionar:

¿Ya hiciste a Jesús tu salvador personal? Si no lo has hecho te invito a que hoy lo hagas.

Si ya es tu Salvador ¿lo has elegido también Rey? Si no lo has hecho te invito a que decidas que sea Él quien gobierne sobre todas las cuestiones de vida.

(1) Wikipedia

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